este se sienta y sale

El susodicho tiene dos años y medio como aeromodelista, seguro que de ahí saca la seguridad de su maestría a los comandos (o lo engrupió el Negro Volador). El tipo, según nuestro entrevistador, miraba desde afuera la actividad de Alas del Pilar, mientras comentaba lo que veía junto a su novia, ambos dos en su moto. Hasta que un día dijo “me mando” y con todo su “revoltijo mental” de fierros, aviones, tecnología y la mar en coche se acercó y quedó pegado. Lógicamente esto de juguetear con los aviones y el radio control le brindó buenos momentos que sigue acumulando. Las experiencias (para algunos es hacer mierda un avión, ¿habrá sido así?), pero el dice que aprendió un “montonazo” y así debe ser. El “Negro Volador” que para embarcar gente es un gran Capitán, le adobó el bocho también con el Volovelismo y Andrés recientemente se recibió en esta materia en el Club de Rafaela. Pensar que cuando arrancó con las alas pequeñas creyó que nunca podría despegar del suelo pero, su mano se fue sensibilizando y las destrezas con el ordenador le resultaron fantásticas. Para nuestro invitado, su condición de aeromodelista le facilitó en un 100% su amiguismo con los planeadores. Probó con todos los “bichos” voladores (menos con el Negro Claudio), y a pesar de tener su hangar lleno de aparatos, su preferido es un Nexstar (parece una marca de café), máquina con que se inició. Pobre y sufrido avioncito que le aguanta de todo (y además se lo perdona), como ser sus entradas en pérdida, flaps, deslizamiento, aterrizajes Stol y de emergencia por haber carburado mal el motor (qué joda). El fiel Nexstar sirve también para filmar videos “onboard” que luego cuelga en internet. LA FAMILIA: Eh, los de la casa bancan todo, hacen caminitos entre los pedazos de aviones y los amigos le dicen “qué bueno che”, pero no entienden nada, aunque los que “junan” la cosas lo consultan. EL GRUPO: Estos “ensambles” humanos que siempre tienen personajes “para elegir”, es un sitio que le gusta por la onda que genera el ambiente, y agradece en el final a quienes lo ayudaron a dar los primeros pasos (¡ah, pero este es muy pendejo!), y los consabidos consejos. Como no era posible esquivarlo, salió a la palestra el tal Claudio Albornoz que de tanto “chamuyarle” de planeadores, le contagió su pasión. EL MENSAJE DE IMHOFF (¿esa hache muda para que está?), y dice: “Es un deporte ciencia muy sano (¿no era el ajedrez el deporte ciencia, no será que este vuela en un alfil?), sigue, que abre muchas puertas y es una buena escuela para quien gusta de la aeronáutica. Muy especial la actividad para hacer ruido (jajay, que se jodan los vecinos), aprender y pasar los findes con “libre aire” y boludeando con los amigos”.

¡Gracias Andrés por el buen humor!